Comprensiones de la Educación Religiosa en la Escuela

En el caso de los países donde la Educación Religiosa ha estado ligada históricamente a la presencia de la Iglesia Católica en la escuela, la manifestación del pluralismo religioso en la sociedad contribuyó al cuestionamiento de la función catequística de este espacio escolar de la mano del proselitismo. De esta manera, la transición entre la tradición católica y el pluralismo, supone un momento coyuntural de cambio que ha implicado la necesidad de replantear los enfoques en relación con la clase de Educación Religiosa. 

 

En este sentido, se apela al reconocimiento de la Educación Religiosa dentro de los saberes fundamentales como parte de la formación integral de la persona, y ello en atención a los dinamismos de la sociedad, donde las contribuciones del área a los objetivos generales de la educación pueden darse en el campo de la ciudadanía y el desempeño de la vida social. Dicho esto, es fundamental la ubicación de la Educación Religiosa en el marco del proceso escolar, esto es referida a las especificidades de la racionalidad pedagógica, sin lo cual es difícil presentarla como saber escolar. Cabe entonces preguntarse por el tipo de saber que correspondería a lo religioso, y cuál sería su objeto de estudio.  

Objetos de estudio y principales tendencias

Una primera aproximación al estado de la Educación Religiosa como área de conocimiento, deja en claro la diversidad de perfiles que dan cuenta de la ambigüedad y manipulabilidad de un espacio escolar, que sigue siendo incierto. En esa línea, la oscilación entre el enfoque catequético, el cultural y el de brindar información objetiva, son muestra de las distintas perspectivas que se pueden asumir y que terminan traduciéndose en una pluralidad de objetos de estudio: la Religión, la Trascendencia, el fenómeno religioso, el hecho religioso, el sentido de la vida, lo sagrado, la espiritualidad, entre otros.   

 

Se percibe que el paso conceptual de Religión a Hecho o Fenómeno religioso, implica una opción o énfasis por uno de los dos componentes del concepto de Religión: sea por la aspiración existencial, trascendente, o por las formas concretas históricas que asume esa aspiración. De esta manera es posible identificar dos tendencias en las que se mueven las reflexiones en torno a la Educación Religiosa en la Escuela: una más inclinada a lo cultural y la otra a la trascendencia.

La tendencia cultural

Más relacionada con las articulaciones socioculturales que dan forma a lo religioso, privilegia el hecho religioso como objeto de estudio. Su abordaje en la escuela persigue principalmente tres objetivos: 1. permitir el acceso al patrimonio cultural y a su dimensión simbólica; se relaciona con el abordaje de las expresiones artísticas como medio de comprensión de la vida social; 2. fomentar la educación para la diversidad y la tolerancia, frente al pluriculturalismo y el multiconfesionalismo; se asume en ello un paso del conocimiento a la comprensión, en contra de la indiferencia o el desprecio; y 3. favorecer la comprensión del mundo contemporáneo, esto es, comprender lo que sucede a raíz de la globalización y el uso de los medios de comunicación, y reconocer el lugar geopolítico de las religiones en la actualidad, que muchas veces se presenta desde perspectivas particulares reduccionistas en detrimento de los contextos históricos y culturales a los que responden.

La tendencia trascendente

Esta tendencia asume los objetos de estudios más relacionados con una dimensión de profundidad en el ser humano: la trascendencia misma, lo sagrado, la espiritualidad. En esta lógica, se entiende lo religioso desde la experiencia vital y la consciencia de lo trascendente en la existencia y la finitud. En ello, la interacción consigo mismo, con el mundo y con lo trascendente resultan insumos fundamentales para la comprensión de la complejidad de la vida y de la integración con el todo. En este sentido, se entiende la espiritualidad como un proceso de descubrimiento, de significación y resignificación de la vida que cimenta al individuo y une a las comunidades. Dicho lo cual, el trabajo de la Educación Religiosa, no sólo está en la preocupación por las religiones y sus manifestaciones concretas, sino en los sentidos subyacentes a dichos expresiones, como insumos para el autoconocimiento y descubrimiento de nuevos sentidos para la propia vida.    


Teniendo en cuenta lo anterior, la fundamentación de la Educación Religiosa como saber escolar supone diversos enfoques cuyos énfasis dependen de la configuración de lo religioso en sentido disciplinar y de los intereses particulares de quienes realizan la formulación atendiendo a las necesidades de su contexto. De tal forma, las tendencias identificadas no suponen opciones excluyentes sino complementarias; por este motivo, el consenso sobre el objeto de estudio no es total y su configuración o elección implica la comprensión del escenario en que se plantea la disciplina, en cuanto su contexto pedagógico y ambiente escolar. 

 

En la tendencia cultural, con el hecho religioso como objeto de estudio, se asume la Educación Religiosa como medio de acceso a la historia y la cultura, y, en la tendencia trascendente, hay una apuesta por lo espiritual, como reflejo de la aspiración humana a la plenitud. En un punto intermedio de esta tensión, se sitúan objetos de estudio como lo sagrado o la Religión, donde se conjuga lo experiencial con las articulaciones socio-culturales; se percibe allí una transición de lo experiencial a lo cultural, que puede convertirse en puerta de entrada para el tema de la ciudadanía, en el sentido de la formación de sujetos morales y formación para la diversidad.


Todos los aportes, sean inquietudes, sugerencias o solicitudes de profundización, son bienvenidos.

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